09 - 05 - 2015
Naso González presenta este nuevo bronce en la Sala PRADO 19 del Ateneo de Madrid como parte de su exposición La revelación del gesto.
En la foto vemos al autor sacándole los últimos brillos a su pieza Evocación Decó. El último paso de un proceso que, meses antes, tuvo su origen en una serie de dibujos espontáneos. En ella Naso "descarga su tensión creativa a partir de un estado de ámino", inspirado por la emoción que le producen imágenes y referencias artísticas decó.
El gesto plástico despliega entonces toda su potencialidad. Tras la actividad frenética en la que se producen los dibujos, y una vez la excitación pierde intensidad, el autor contempla el
resultado, lo estudia y trata de descubrir si cuenta una historia, si constituye una propuesta artística.
La serie de dibujos son el testigo de la acción. Permanecen allí, siempre abiertos al autor, que estimulado por su magnetismo, busca en ellos, escruta cada trazo, a la caza de un
hallazgo...
Y durante las siguientes semanas aquieren significados. Elocuentes, los gestos parecen querer revelar algo. Esta nueva información se acumula de forma abrupta, caótica pero muy motivadora, y genera una renovada tensión creativa.
Así es como Naso empieza a conceptualizar sus ornamentos. Para ello incorpora al proceso nuevos lenguajes -la pintura y la escultura- y herramientas -la técnica y el procedimiento-.
En Evocación Decó se produce la conquista del espacio. El gesto gráfico que dió origen a aquellos dibujos adquiere volumen y despliega toda su plasticidad en su transición al bronce. Un material clásico que se asocia a la perfección con la luz, en esta obra llena de texturas y matices que Naso González llevará próximamente a su exposición La revelación del gesto.
Explorar el camino del gesto gráfico es el origen de la obra escultórica de Naso.
Ese gesto elocuente que manifieta todo su potencial estético en series de dibujos rápidos, desde la conquista de un estado de ánimo. Al dibujar, Naso admite que "descarga la tensión creativa"; después esas hojas de papel son la huella, el testigo de que allí ha pasado algo.
En una segunda fase, desde otro lugar esos trazos hablan, dicen cosas, construyen ideas, conquistan lugares y en ocasiones alcanzan una nueva dimensión: el volumen.
Del mismo modo que un croquis da lugar a un edificio, un dibujo es el primer boceto para un relieve. Así es como Naso empieza a producir su obra escultórica, muchas veces diseñada para ser emplazada en sus edificios. Un camino fértil que le tiene absorto en ornamentos, una colección que verá la luz muy pronto.